La tierra de Théotime by Henri Bosco

La tierra de Théotime by Henri Bosco

autor:Henri Bosco [Bosco, Henri]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1945-01-01T00:00:00+00:00


IX

NINGÚN otro acontecimiento marcó aquella jornada del viaje de Genoveva, pero ha quedado tan grabada en mi memoria que su sabor amargo y puro se ha conservado a través de los dolorosos días que la sucedieron.

Mientras permanecí con los Alibert en las eras, no tuve tiempo de experimentar aquella sensación de amargura. Mi pena, compartida por mis compañeros de trabajo perdió toda su virulencia. La tristeza compartida es más leve. Sin darnos cuenta de ello nosotros formábamos una comunidad sentimental y rendíamos culto inviolable a una sensibilidad sombría y secreta. Todos pensábamos en Genoveva, pero nadie habló de ella.

Hasta que no fue de noche no nos separamos. Entonces yo entré solo en el mas.

La casa reposaba entre los árboles y su tranquilidad me asombró. Se destacaba gravemente en la penumbra y me ofrecía, bajo una forma prudente y religiosa, una cierta amistad doméstica. Era una casa vieja, honrada y buena, una casa de pan y de oración.

Pero yo estaba solo y nadie me esperaba para la cena. El quinqué estaba apagado. Anduve por la casa casi de puntillas, pues como Genoveva estaba ausente, no me importaba ya revelar a nadie mi presencia allí.

Comí, lentamente, y mi cena consistió en un trozo de pan y un vaso de leche. Había poca luz, y sobre el mantel aún se veía un tazón de loza azul con algunas flores.

Yo no estaba precisamente triste, estaba solo.

Tal soledad implica el silencio. Y era el silencio interior el que se me hacía más sensible. Todo callaba en mi interior, como si yo estuviese ausente de mí mismo, incluso el recuerdo del ser querido.

Fui a la habitación de Genoveva y la encontré tranquila y en orden. Los vestidos seguían colgados el uno junto al otro, y su ropa blanca estaba cuidadosamente ordenada en los armarios de la cómoda. Me avergoncé de haberla abierto; pero lo había hecho sin darme cuenta, hasta tal punto estaba ausente de mí mismo. Sobre su cama flotaba un casi imperceptible perfume de espliego y de heliotropo. Aún me causa asombro el hecho de que mi memoria haya conservado recuerdos tan frágiles como el encanto de aquellos olores tan inconsistentes por naturaleza. Y, sin embargo, en el momento en que escribo estas líneas los percibo aún. Parece como si mi propio cuerpo los exhalase, pues los conserva secretamente guardados, y son estos olores los que me causan una gran turbación cuando me encuentro solo, por la noche.

Quise terminar el día en mi granero, pero no hallé en él el acogedor ambiente habitual.

Nada había cambiado, sin embargo. La noche anterior incluso había estado aquí leyendo un poco. Pero aunque todo seguía en su sitio, incluso el libro, faltaba el espíritu familiar de aquel retiro íntimo. Ya no parecía hecho para mí; y al entrar esta vez no había sentido aquella impresión tan grata de volver a mí mismo y de penetrar en la estancia más dulce de mi alma.

Pero Genoveva no había entrado jamás, a no ser, acaso, cuando yo mismo entraba, pues la llevaba siempre conmigo, dentro de mi corazón, que no es capaz de soltar lo que ha cogido.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.